Pactos para gobernar

En busca de la estabilidad

Pactos para gobernar

Por Jack Miur

A solo unos pocos días para el 23-J, los partidos muestran sus propuestas y los candidatos se afanan en criticar a sus adversarios. Todo está en juego para los próximos años en una nueva cita decisiva con las urnas.

El diálogo para encontrar acuerdos merecerán el aplauso de los ciudadanos si se logran pactos que faciliten la estabilidad, precisamente ahora que todos los estudios y pronósticos indican que se recupera el bipartidismo y la tendencia indica que se empieza a superar la excesiva atomización de partidos y formaciones.

Se lucha por ganar en votos y escaños, aunque podría darse una situación insólita, que gobierne quien pierda las elecciones. No sería deseable aunque pueda ser viable parlamentariamente en un nuevo frankenstein de consecuencias nefastas.

Los dos partidos mayoritarios aluden al voto útil, especialmente el PP con un Feijóo deseoso de no depender de la derecha extrema para gobernar.

En la recta final de los comicios, los votantes estarían comenzando a concentrar su voto en las opciones políticas mayoritarias a ambos lados del espectro ideológico, beneficiando de esta forma tanto al PP, que por primera vez y gracias a un aumento en su intención de voto de más de medio punto alcanzaría los 150 diputados, quedándose muy cerca del 36% de los sufragios, como al PSOE, que con con un incremento algo menor pero también significativo, lograría superar con claridad el 27%, obteniendo de esta forma 106 actas de diputado.

Los pequeños pierden

Con la nueva situación que se percibe, Vox y Sumar son los principales afectados por el llamado voto útil que, según la tendencia creciente, se está activando de forma masiva con transferencias de sufragios. Así, las dos opciones políticas situadas en los extremos ideológicos quedarían claramente por debajo del 14%, impidiéndoles a ambos rentabilizar sus votos en las provincias medianas y pequeñas y reduciendo su presencia parlamentaria drásticamente.

Felipe González apuesta por la estabilidad

Estos días, Felipe González ha expresado que gobierne la lista más votada y ha defendido lo que ha llamado “pactos de centralidad”, de forma que el expresidente del Gobierno sostiene que los acuerdos han sido “una constante” en toda su experiencia política.

En el artículo ‘Pónganse de acuerdo’, publicado en el monográfico de Nueva Revista ‘Pactar es progresar’, González señala a tres semanas de las elecciones generales del 23 de julio que en España hay propuestas de pactos “que podrían tener sentido si no estuviéramos atrapados en bloqueos políticos”.”Hace seis meses tendrían más sentido que ahora, que es más difícil. Busquemos soluciones en las que la lista más votada sea aceptable cuando no haya otra opción. ¿Qué pedimos a cambio de permitir gobernar? No pedir nada. Si no pides nada, tendrán que llegar a acuerdos en cada proyecto de ley y en el presupuesto. ¿Por qué no se transmite esa experiencia política acumulada?”, se pregunta.

El expresidente de Gobierno socialista asegura que los pactos han sido “una constante” en toda su experiencia política, sobre todo en la Transición, en la que destaca que se alcanzaron “hitos” de negociación como los llamados Pactos de la Moncloa.

Felipe subraya además que es partidario “especialmente de los pactos de centralidad”, ya que a su juicio “fortalecen no solo la democracia, sino también el destino de un país”. “Cuando estos pactos de centralidad desaparecen, el país se debilita, se polariza, pierde fuerza y credibilidad tanto interna como internacionalmente. Y ahí es donde estamos ahora”, añade González, que pone por ejemplo Estados Unidos y países de América Latina como Brasil.

Contra el populismo

En la charla, en la que han intervenido también el exministro socialista Jordi Sevilla y el politólogo José Ignacio Torreblanca, González ha reivindicado al PSOE por su “papel sistémico en la sociedady se ha mostrado “ofendido” por que “insulten” a este partido, “sobre todo los que son sus socios”.

Asimismo, ha advertido sobre “el populismo de cualquier signo” que, según ha denunciado, “encuentra una respuesta simple a un problema complejo” y, además, señala a continuación a “un culpable de que no funcione la simpleza que está proponiendo”.

La eficacia de los votos depende de las consecuencias que acaba provocando después de llevar a cabo es escrutinio. El sufragio es individual, no votan los electores como un conjunto, sino cada uno de ellos por separado. Es decir, no se reúnen para tomar una decisión por consenso, pero si fuera posible, sería deseable.

Cada uno vota en conciencia lo que considera mejor para él y para el conjunto. Lo que pasa es que no siempre acierta. Es el elector quien deposita su papeleta en una urna, después vendrá el recuento en cada mesa electoral y a través de un procedimiento con reglas muy precisas se llegará al resultado final, la suma de todas las papeletas a listas electorales de las que se deducirá, aplicando el principio de la mayoría, quién es el partido o coalición electoral ganadora. Votamos para conseguir un resultado, que si somos honestos debe ser la estabilidad, el progreso y el bienestar del conjunto de los ciudadanos.

Superemos los bloques

Una vez más, en esta columna debemos dejar constancia de la necesidad de superar los dos bloques antagónicos, las “dos Españas” que tanto dolor causaron y que a nada bueno contribuyen. No pasaría nada porque PP y PSOE gobernaran juntos y dejaran marginados a sus respectivos extremos.

En el mundo del fútbol se dice que es necesario jugar por los extremos, pero en la política y, en especial, en nuestro país, los ciudadanos son mayoritariamente de centro.

Por tanto, la cuestión está clara, deben ser las dos formaciones más cercanas al centro las llamadas a la responsabilidad de gobierno y liderazgo para ganar el futuro.

 

 

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