La tecnología y su desarrollo implacable constituye un proceso de transformación y cambio extraordinario que todo lo inunda y, a la vez, todo lo invade para contagiar el trabajo en un esquema exigente de inversión y competitividad.
Pero no todas las potencias invierten de manera equivalente. La inversión privada real en la industria manufacturera de EEUU está alcanzado su nivel más alto desde 1958. Como consecuencia de ello, la inversión en manufacturas es la que más aporta al crecimiento interanual del PIB de la primera economía del planeta. Mientras, se estanca en Europa, pese a los fondos Next Generation.
Ya es conocido que Estados Unidos es el principal inversor y, al mismo tiempo, el principal destino de inversión extranjera directa en el mundo, una posición de liderazgo mantenida desde mediados del siglo XX. Este dinamismo aporta grandes cantidades de dinero del resto del planeta, lo que acaba generando una mayor productividad laboral que se atribuye a la innovación tecnológica.
El crecimiento de la productividad laboral en EEUU, de hecho, se ha duplicado respecto al de la eurozona y el Reino Unido en las últimas dos décadas.
El mundo del retail no es ajeno al gran proceso de transformación tecnológica del que fluye con facilidad la conexión entre personas como factor clave en la gestión, al aplicar un talento multidisciplinar que permite experiencias memorables. Así, la tecnología es un elemento para reformular la oferta comercial, con especial atención a la sostenibilidad y la experiencia de cliente. En consecuencia, una condición esencial para mejorar la calidad.
Igual que otras áreas de actividad vitales, el comercio minorista también ha experimentado importantes aumentos de productividad, que a diferencia de otros sectores intensivos en conocimiento se ha visto influenciado principalmente por la creciente importancia del comercio electrónico en detrimento de las tiendas minoristas.
La productividad de la eurozona cayó un 1,2% en el cuarto trimestre respecto al año anterior, mientras que en Estados Unidos aumentó un 2,6%.
Según un estudio de la consultora McKinsey, el 27% de los ingresos per cápita que le faltan a Europa para alcanzar a Estados Unidos tiene que ver con un problema de competitividad, en energía, tecnología y déficit en carreras técnicas, además de la enorme dependencia de las cadenas de suministro globales.
Simultáneamente nos enfrentamos a una nueva crisis, en la que los jóvenes no tienen un duro y los viejos no gastan, de forma que el peso del consumo de los hogares respecto del PIB no deja de caer, ya que si en 1995, representaba el 63,8% del PIB, y 3 décadas después ha descendido hasta el 56,5%.
Los expertos y, sobre todo, los consumidores lo tienen claro. Las tiendas están claramente de vuelta, algo que ya se pudo confirmar durante 2023 y que se espera siga siendo la tendencia en 2024. Este es el futuro: la tendencia marca el camino de la tecnología y la tienda no solo no desaparece, sino que triunfa.
