La Asamblea Nacional de Francia debatirá esta semana un nuevo proyecto de ley que impondrá sanciones económicas a las marcas de moda ultrarrápida, que sacan al mercado más de mil productos a diario, con Shein como gran ejemplo de ello.
La Comisión Europea y parte de los estados miembros quieren seguir los pasos de Estados Unidos, que vigila las importaciones sospechosas de explotación laboral.
Al menos dos multinacionales españolas, Inditex y Mango, han sido señaladas por comercializar con la región china de Sinkiang, la más polémica en los últimos años.
Para facilitar la aplicación, el Ejecutivo comunitario creará una base de datos de áreas y productos con riesgo de trabajo forzoso. Si se demuestra este hecho en un producto, se retirará del mercado completa o parcialmente y se impondrán sanciones.
Por otra parte, la directiva pretende obligar a las multinacionales a que ninguno de sus proveedores incumpla los derechos humanos ni ciertos requisitos de sostenibilidad ambiental, enfrentándose en caso de incumplimientos a sanciones.
Hay muchas razones para no comprar la fast-fashion fast-fashion. La industria textil, genera el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Más de la mitad de estas emisiones provienen de tres etapas: teñido y acabado, preparación del hilo y producción de fibra. Es decir la fast fashion no le alcanza ni de broma a las eléctricas o a la movilidad, pero contribuye y bien al cambio climático.