Seguimos con la Innovación

Segunda parte

Seguimos con la Innovación

Por Jack Miur

Si hablamos de los pilares de cualquier ecosistema de innovación, nos referiremos a cinco: las instituciones, el capital humano, la infraestructura, el mercado y las empresas.

El pilar institucional es el marco político e institucional en general; el pilar del capital humano es la calidad de la educación, la preparación de las personas; los pilares de mercado y entorno empresarial son los que permiten que la innovación llegue al mercado; y el pilar de la infraestructura es el que facilita generar y transmitir esa Innovación.

¿En qué situación se encuentra España en estos momentos?

Hay que reconocer que las cosas han mejorado en las últimas décadas, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer, hace falta que demos un salto cualitativo para alcanzar un contexto que favorezca la Innovación. El actual sistema ha llegado a sus límites de efectividad.

Estamos asistiendo a la puesta en marcha de iniciativas interesantes, una serie de buenas prácticas que resulta muy prometedora, y además contamos con una estructura considerable, sobre todo en algunas zonas geográficas. Y se producen mejoras constantemente. Pero también vemos que hay campos con mucho margen de mejora, cuellos de botella en todos los niveles.

Hace falta una mayor implicación del Estado, más proyectos emprendedores, profesionales mejor preparados, relaciones más fluidas entre universidad y empresa… Pero la gran prioridad es conseguir un sistema eficiente a la hora de convertir la investigación de base en innovaciones que se trasladen al mercado. Es en esa transición de la teoría a la práctica donde se pierde gran parte del esfuerzo realizado.

I+D

En los últimos años ha aumentado considerablemente la proporción del PIB que destinamos a I+D, y aún así, todavía estamos lejos del 3% que nos hemos marcado como objetivo y de la media de la Unión Europea.

Hay otros factores que contribuyen a esa falta de eficiencia del sistema y que se suman al bajo nivel de inversión en I+D+i: 1) la falta de compromiso de la empresa española con la innovación, 2) la poca comprensión sobre cómo funciona un ecosistema emprendedor y 3) la dispersión de los agentes de innovación a lo largo de todo el territorio nacional.

Tenemos mucho por hacer. Hacen falta mecanismos, como la inversión conjunta público-privada, que a día de hoy prácticamente no se produce, o el apoyo de las grandes empresas, para que las pymes puedan sumarse al proceso de innovación.

La realidad actual es que muchas empresas desconocen cuáles son las posibilidades de colaboración con otras empresas o con entidades públicas o privadas; ni siquiera se conocen las ayudas o subvenciones a las que puede optar un proyecto innovador.

Y cuando una empresa consigue acceder a esa información, la burocracia y las trabas administrativas complican mucho las cosas. Obviamente, no nos encontramos en el escenario idóneo para innovar.

Falta coordinación

La dispersión geográfica de los agentes y de los recursos es otro problema. No tanto por la distancia en sí entre unos lugares y otros, sino por la falta de coordinación. Efectivamente, esta situación provoca que no se concentren esfuerzos en un área determinada, sino que dentro de un mismo campo se avance de forma paralela e independiente en diferentes zonas, de forma que a veces se producen duplicidades e ineficiencias.

Podríamos aprovechar sinergias y avanzar más rápidamente en muchos campos si consiguiéramos racionalizar los esfuerzos. De hecho, por zonas geográficas solo Madrid y Cataluña disponen de ecosistemas completos y equilibrados.

En este sentido, sí resulta interesante la tendencia observada en las empresas a asociarse por sectores, funciona la política de clústeres, y eso permite un mejor aprovechamiento de los recursos, especialmente cuando hablamos de innovación. Es una buena línea en la que deberíamos profundizar.

Ahora hay que ir perfeccionando el sistema, todavía falta que funcione mejor esa cadena a la que ya nos hemos referido, que empieza en la investigación inicial, pasa por todas las fases de desarrollo y concluye cuando la idea original se convierte en un producto o servicio que llega al mercado y que las empresas pueden rentabilizar.

Para eso son necesarias políticas concretas por parte de las administraciones públicas, implicación del sector privado y un marco legal que facilite las cosas (actualmente existen muchas trabas legales y burocráticas), pero también un contexto educativo que prepare a las personas para emprender e innovar.

Además, y desde un punto de vista cultural, en España debemos superar la tradicional aversión al fracaso que hace que muchas personas no se lancen a emprender.

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