La revista Hi Retail, como cada mes, desde hace años, dedica su atención al mundo más innovador del retail. En este mes de mayo, con los expertos más destacados y las opiniones de vanguardia, para destacar, además, los centros que vienen.
Durante algún tiempo, la industria de los centros comerciales era capaz de lanzar 30 proyectos cada año y hacerlo casi sin pestañear. Era una época intensa y vital, llena de garra y de fuerza, un período en el que se crearon las bases de un gran cambio hacia adelante.
En aquellos años, estábamos inmersos en una gran transformación de estructuras que se habían mantenido inalterables durante demasiadas décadas. Mirando el retrovisor se apreciaba una cierta actitud pasmosa inalterable para el progreso.
Pero de repente todo cambió y el ritmo cobró un ritmo vertiginoso y acelerado de avance y empuje transformador que parecía no tener fin o, al menos, no se vislumbraba en el horizonte más cercano.
Casi todo estaba por hacer y los recursos que habían sido escasos, empezaban a llegar con mayor facilidad. Se trabajaba con pasión en los nuevos diseños y formatos para aportar soluciones y proyectos que ilusionaban a los operadores y encontraban la satisfacción de los inversores. Todo parecía funcionar a las mil maravillas, hasta que alguien se dio cuenta que no se podía seguir inflando la burbuja sin límite.
Ese alguien tenía razón y casi por sorpresa la burbuja se pinchó sin tener las medidas de aterrizaje a mano. Habría sido mejor prevenir lo que venía, pero los que lo vieron venir fueron llamados agoreros y cosas peores. Es verdad que aquella burbuja casi paranoica se dedicaba más al inmobiliario residencial, pero afectaba al precio de los suelos finalistas y también a todos los proyectos relacionados.
Algunos sufrieron los embates del infortunio, con desigual y cruel resultado de una batalla que aún no ha arrojado sus últimas consecuencias. A una crisis sucedió otra, la financiera y a ésta, la siguiente, en un ciclo inacabado como el de todas las desgracias de la historia. Nada nuevo bajo el sol. Ahora estamos en otro tiempo, en otro momento. Pero lo importante es que hay proyectos, se hacen apuestas ambiciosas de vanguardia y hasta cierto punto osadas.
Esto es lo importante, la actividad que no cesa, el talento que sigue generando soluciones y nuevas ideas. Y es que sin proyectos no somos nada. Es verdad que el futuro no está escrito. Lo dijimos aquí mismo no hace mucho, pero a la vez, vuelve a ser verdad que por mucho que queramos anticiparnos, para ver lo que nos espera tendremos que esperar. Pero claro, no debemos hacerlo inertes o inactivos, sino con propuestas viables.
En efecto, el futuro no está escrito. Lo escribimos en estas mismas páginas no hace mucho y ahora vuleve a ser más verdad que nunca por mucho que queramos anticiparnos. Debemos analizarlo todo y acertar; pero para ver el futuro, hay que esperar.
