Los parques comerciales se han convertido en herederos de la industria de los centros. Atraen la inversión y aportan una intensidad innovadora que viene a jugar el mismo papel que en otro tiempo transformó el comercio y el nuevo diseño urbanístico.
Los parques comerciales suponen una nueva apuesta, una oportunidad renovadora para empresas e inversores que buscan un nuevo modelo de expansión para establecerse en ubicaciones estratégicas.
Tienen una gran capacidad de adaptación para situarse en ubicaciones, antes no suficientemente valoradas, a veces en la periferia de las grandes ciudades, en otros casos, en conexiones estratégicas por su potencial de geolocalización y acceso a vías multifuncionales, en definitiva, en espacios que combinan accesibilidad con una amplia oferta de ocio y servicios, creando un entorno que puede garantizar la rentabilidad.
Para que los parques funcionen y hereden el tirón de los centros, tienen que conformar la mejor combinación de una oferta variada que reúne tiendas de textil, electrónica, ocio y restauración, como ejes fundamentales de la comercialización, aunque no necesariamente los únicos, de forma que su propuesta ofrece a los consumidores la posibilidad de hacer compras variadas y completas, encontrar elementos de ocio y todo en un solo viaje, que puede ser recurrente.
La decisión para invertir en un parque comercial supone encontrar la ubicación ideal, pero además y, sobre todo, lograr que el proyecto contenga los mimbres para integrarse en una comunidad autogestionada que fomenta sinergias entre distintos sectores.
De esta forma, se mejora la experiencia del cliente final, y además aumentan las posibilidades de éxito comercial, haciendo de la inversión en estos espacios una decisión inteligente para negocios de todos los tamaños.
Los parques comerciales se han convertido en el motor de la promoción inmobiliaria en el mundo del retail.
Durante los últimos años, los parques comerciales han evolucionado hacia un modelo ágil y flexible, con un diseño y un mix comercial más cuidado que sabe incluir actividades más diversas y complementarias en cuanto a formato; de forma que tecnología, hogar, bricolaje y deportes encuentran su espacio y un éxito que contribuye al valor del conjunto.
Los parques comerciales encuentran la manera de incorporar restaurantes, cines, locales de ocio infantil, zapaterías, tiendas de manualidades o animales, entre otros, y el supermercado ha ganado peso, atrayendo al cliente no solo los fines de semana.
Estamos hablando de una diversificación que ha mejorado de forma llamativa la proyección de un concepto comercial que cambia y se adapta a las nuevas demandas y exigencias de una sociedad más informada y un consumidor con otro talante y otro nivel de necesidades.
Pero además de todo ello, los parques se adaptan mejor que otros formatos a los gustos de los consumidores porque la tienda física sigue siendo clave para descubrir y realizar compras, en especial con las de mayor valor.
Las generaciones jóvenes, teóricamente más digitales, también muestran su preferencia por las tiendas físicas, en la medida en la que les aporta una experiencia. Es decir, los parques funcionan porque tienen tiendas, ofrecen entornos accesibles y aportan un entorno concreto.
Los datos y los proyectos muestran la tendencia, que es clara: los parques heredan el tirón.