Los expertos y observadores siempre apuntan a lo más alto para hacer sus predicciones. Se trata de saber a tiempo lo que está por venir, lo que nos espera y, claro, conocer la rentabilidad de los planes y de los proyectos, especialmente los más innovadores y arriesgados.
No se trata solo de capital riesgo, sino sobre todo de asegurar el retorno de la inversión. Es lo que piden los que ponen el dinero y tratan de asegurar los bancos y asesores financieros.
Las grandes fuerzas reactores de la economía nacional siguen siendo el turismo, los servicios y, siempre, el sector inmobiliario. Contienen las claves de todos los secretos mejor guardados y que ya han superado repetidamente todas las pruebas con nota elevada.
El inmobiliario, como motor de la economía nacional y hasta de las burbujas, suele ser responsable de identificar las oportunidades y, a veces, también hasta las alternativas.
Se trata de integrar innovación y productividad, que acabarán generando, por ende, el crecimiento a largo plazo.
Hay otros elementos esenciales que se deben considerar, la revolución tecnológica marcada por los avances de la IA, el reto de la protección de nuestro entorno o las tendencias sociodemográficas, además de un escenario geopolítico especialmente intenso y crispado por conflictos y cambios de paradigma.
Todo ello hace que nos situemos en un nuevo escenario de crecimiento que, una vez más, no es ajeno al inmobiliario comercial, causa y efecto del residencial, siempre situado en el centro, en paralelo al aumento de la demanda en hoteles y, claro, al final, siempre el retail y su impacto sobre el resto de sectores del inmobiliario en general.
España captó una inversión inmobiliaria en torno a los 14.000 millones de euros durante el último año, concentrándose una tercera parte en activos residenciales, que sitúa a nuestro país como el mercado europeo más atractivo, seguido por Reino Unido y Francia.
El residencial sigue acaparando el interés de los inversores gracias a un potencial reflejado en las oportunidades de consolidación de mercado, las expectativas de formación de casi cuatro millones de nuevos hogares en el periodo 2024-2039, el desarrollo de nuevos formatos de vida para atender las necesidades del cada vez más amplio espectro social.
Es el caso de las residencias de estudiantes, el alojamiento para los jubilados, especialmente los que cuentan con planes de pensiones y también aquellos profesionales dispuestos al uso del alojamiento por un tiempo concreto, modelos todos ellos que se adaptan a la demanda y a la financiación público-privada.
La realidad apunta alto. España se sitúa como el destino más atractivo para los inversores europeos, ya que el 80% de ellos elegirán nuestro país para invertir durante este mismo año.
Todo cambia a un ritmo vertiginoso, pero el mercado inmobiliario lo hace con una mayor lentitud que otros, si bien es cierto que suele estar más expuesto a la regulación.
Esta es la reflexión: la inversión siempre vuelve y lo hace, especialmente al sector inmobiliario.
Además, de manera destacada, poniendo énfasis en el retail, como elemento unificador del resto de sectores, hoteles, naves y oficinas, y -sobre todo- residencial.