La pandemia global de coronavirus se presenta como un efecto disruptor en todos los órdenes y sectores. El retail, sumido antes de la pandemia en un proceso acelerado de transformación por la emergencia del e-commerce, se ve ahora abocado a revisar de raíz los viejos presupuestos, sin margen para la duda. Y como toda crisis, este momento de shock representa también una oportunidad de implementar cambios de profundo calado que impulsen un renacimiento.

Antes de esta crisis, el retail físico y los centros comerciales ya estaban viviendo un proceso evolutivo fundamentalmente orientado a la generación de la experien­cia que el e-commerce no era capaz de ofrecer. La mejora de la oferta gastronó­mica, la apertura de terrazas y espacios exteriores o la incorporación de nuevas propuestas de ocio eran los argumentos estrella que utilizábamos. ¿Seguiremos haciendo lo mismo cuando salgamos del confinamiento? Algo me hace pensar que no, que debemos repensar el plan, que ya nada será lo mismo. Es tiempo de pensar “out of the box” y reconducir.

Impulso inusitado del e-commerce

A más de un operador sin oferta de e-commerce, esta crisis le estará hacien­do pensar el por qué de semejante caren­cia. Con un tercio de la población mundial confinada, el comercio electrónico está viviendo un impulso inusitado. Y me temo que no quedará empresa del sector que no se proponga implementarlo cuando superemos la crisis. La famosa omnicana­lidad ya no tendrá empresas ausentes.

Es de esperar también que el pequeño co­mercio de los barrios incorpore la entrega a domicilio contratada por Internet. En este sentido, deberíamos mirar a los pro­gramas de apoyo al comercio local que está implementando Alibaba en China, y que consisten en ofrecer análisis de big data para mejorar la oferta y dar sopor­te logístico para un delivery más rápido y eficaz. Una suerte de contrato win-win entre los más pequeños y el gigante para dar un salto tecnológico absolutamente imprescindible.

El futuro del retail pasa por la proximidad y la rapidez de entrega. Sin duda, el pro­ceso de retorno a la ciudad se acelerará. Esto supone continuar con la tendencia de reducción de tamaño de tiendas para encajar en la trama urbana, el auge de los centros comerciales de emplazamiento urbano integrados en programas mix-used, y la mejora progresiva de la logística y los sistemas de delivery. La tienda de proximidad permitirá la interacción con el producto y su “experiencia”, pero la compra se realizará fundamentalmente por internet con tiempos de entrega cada vez más cortos. Los desarrolladores y operadores que comprendan el nuevo ciclo tendrán la oportunidad de vivir un renacimiento. La ciudad y los ciudadanos lo agradecerán, porque el retail, como ha sido desde siempre, es la sangre que alimenta nuestras ciudades y las mantiene vibrantes de vida e interacción social. Algo que desearemos hacer con todas las ganas después del confinamiento.