El análisis: Habrá recuperación, eso es seguro, pero no sabemos cuando

El análisis: Habrá recuperación, eso es seguro, pero no sabemos cuando

Los analistas no se ponen de acuerdo en determinar el momento de la recuperación económica, lo que sí aseguran es que llegará y será contundente. El PIB español acabó el último trimestre 2020 ligeramente en positivo, cuatro décimas -tampoco en esto los expertos se pusieron de acuerdo-, aunque el conjunto del año fue nefasto, con un retroceso del -11%, el mayor de nuestra historia.

La situación, como no, es de clara incertidumbre, rebrotes, nuevas olas de contagio, variantes del virus y, lo peor, retrasos en la llegada y administración de las vacunas; mientras en el terreno estrictamente económico, se mantienen los estímulos fiscales y monetarios, con bajos tipos de interés sin límite de caducidad, al menos por el momento.

La primera previsión, si no hay graves contratiempos en el horizonte inmediato, apunta a que el crecimiento se vaya consolidando, eso sí, en una situación de clara volatilidad, de forma que el PIB mundial podrá rebotar en torno a un 5 %, un 3,5 % el de EE.UU., cerca del 4 % en la eurozona; mientras el de China será el más espectacular, como ya nos acostumbra, con un 7 %.

Para nuestro país, a pesar las dificultades en la vacunación de la población y las no menos borrascosas previsiones de la situación política, la previsión es crecer por encima del 5,5 %, sin duda, una subida valiosa, pero menos optimista que la oficial determinada en los Presupuestos y que apuntaba a un 9,8 %, algo imposible de alcanzar este año.

El crecimiento será intenso, pero no suficiente, por lo que habrá que esperar, al menos hasta 2022, con un incremento del 7% o, incluso, algo superior para 2023.

Lo urgente es vacunar a una mayoría de la población antes del verano, ya un objetivo inalcanzable y relanzar las reformas aplazadas. Habrá ayudas del Estado para sectores gravemente dañados y que, en nuestro país, son intensivos en empleo, turismo y hostelería.

Será fundamental abordar una agenda de reformas lo más ambiciosa posible -condición ineludible a cambio del cuantioso plan europeo de recuperación- que permita corregir las debilidades estructurales de la economía española.

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