“Mercerías, ultramarinos, panaderías. Hasta hace unos años, el pequeño comercio abundaba en el paisaje urbano. Una imagen que ha cambiado a golpe de clic”.
“No hace mucho tiempo atrás, la fisonomía de las calles se completaba con droguerías, ultramarinos, almacenes que ofrecían desde botones hasta sábanas o paraguas, junto a una infinidad de librerías, agencias de viajes, …”
“¿Cuánto aporta la adquisición de un videojuego en un punto de venta físico si te expone a la mirada inquisitiva de un vecino o al desdén de algún dependiente enfadado con la vida?”.
“Pensaba en ello paseando por Zamora mientras reparaba en los locales comerciales deshabitados o con el cartel de “Se traspasa”. Reflexionaba acerca de la posibilidad de que los residentes en la metrópoli del videojuego optasen finalmente por el comercio electrónico y el impacto que ello tendría en su ciudad. Masticaba esa idea deambulando por la calle de la Amargura con la tristeza de saber que en el mundo real ya está pasando”.
[Extractos del artículo en El País Semanal]