El mundo del retail es una de las mejores pruebas de que el mercado se impone a las cortapisas y al control de las administraciones. Así ha sido desde el origen de la civilización. Ha sufrido amenazas y controles, pero siempre ha logrado sobreponerse y hacer que la libertad de mercado acabara imperando.

Los populismos o el miedo por los efectos de la pandemia acaban provocando que los países realicen una mirada a favor del proteccionismo. Acabamos de verlo en Francia, cuya administración ha impedido la compra de Carrefour por la canadiense Alimentation Couche-Tard.

En Alemania se concedes ayudas estatales por valor de cientos de millones de euros al operador de grandes almacenes Galeria Karstadt Kaufhof. El gabinete de Ángela Merkel apoya a la galeria durante las restricciones por el covid-19, con un préstamo subordinado de hasta 460 millones de euros. El argumento de la administración germana es salvaguardar los puestos de trabajo y ayudar a la empresa, muy afectada por la crisis. Además, el gobierno apunta que los grandes almacenes tienen un papel social en el centro de las ciudades, como “imanes de multitudes”, algo que hasta ahora no se presentaba como un valor, sin como una rémora.

Parece un cambio de tendencia, especialmente negativo en el mundo del retail, cuyo intervencionismo público le restará frescura y capacidad de innovación, como también vemos en nuestro país, donde diversas organizaciones claman, aunque sin mucho éxito, por el exceso de normas y leyes que lastran la competencia.