Cada uno cumple su función y se adapta, cada inversor se marca unos objetivos y un plan para cumplirlos. Muchos quieren activos existentes, bien alquilados a inquilinos sólidos.

Buques insignia de algunas marcas mantienen sus ventas en mercados como el lujo o los deportes, los supermercados o hipermercados estratégicos para la cadena que ha seguido su expansión y actualización de marca a pesar de la subida de la compra online, o centros comerciales dominantes que han vuelto a niveles prepandemia.

Estos activos son cada vez más una rara avis por los cambios en las nuevas tendencias de comportamiento que ha acelerado la pandemia. Así, estos inversores, están cada vez más dispuestos a colaborar con promotores para desarrollar el tipo de activo que necesitan, con fórmulas de compraventa futura o incluso financiación, pero sin asumir riesgo promotor. Algunos fondos se centran en proyectos que mejoran la situación arrendaticia o rehabilitan contratando un promotor delegado con locales en ubicaciones prime, fácilmente alquilables, medianas reposicionables… Aparecen también inversores que se aventuran a adquirir activos con situaciones muy complejas y sanearlas incluso llegando a cambiar el uso de estos. Es el caso, por ejemplo, de los centros comerciales que han sido canibalizados por otros.

Proyectos como el Plan Vive y los que le seguirán, o la renovación de infraestructuras como, por ejemplo, los estadios de futbol en los que se recupera el espacio para un encuentro diario, son grandes oportunidades de realizar proyectos que mejoren la calidad de vida de las personas. Además, estos pasan necesariamente por el cumplimiento de criterios ESG que requieren reglas claras a largo plazo y garantías estables para la rentabilidad de los inversores y así poder atraer esa inversión que los hará posibles.

     Se puede leer en Hi Retail, en el número de abril, página 10