Este binomio diabólico es la mejor expresión del nuevo mundo en el que hemos entrado casi sin darnos cuenta y casi sin superar la sorpresa de sus consecuencias. Igual que los medios experimentan una profunda transformación que obliga a las grandes cabeceras a presentar formatos digitales en los que la rentabilidad no es similar, ni de lejos, a la que obtenían hace pocos años los diarios tradicionales, las audiencias no se detienen a valorar los costes reales de la información de calidad basada en la reflexión y el análisis.

Desde el origen de las urbes, el comercio supuso la mejor fuente de vitalidad y transformación democrática para que los ciudadanos pudieran serlo en plenitud. Ahora, el acceso universal a la tecnología provoca un nuevo modelo para el retail, cuyo cambio no ha llegado al techo de sus posibilidades.

Retail, el motor para avanzar hacia el futuro

En un informe reciente sobre tendencias de consumo encargado por una organización sectorial, se señala sin rubor que vivimos preocupados por el impacto que la tecnología va a tener en nuestros negocios. Una afirmación que refleja cierto abatimiento; olvidando que la realidad nos ha mostrado históricamente cómo el retail ha sido el motor para avanzar hacia el futuro. Volverá a serlo con la tecnología. Tal vez lo único que falta es aportar el talento y la imaginación para que funcione.

Las barreras entre lo físico y lo virtual no han existido nunca, se navega a favor de corriente. Se trata, simplemente, de estimular los sentidos para que fluyan los sentimientos. Las razones del éxito de los proyectos se sustentan en la percepción de una identidad que se considera propia y que se fundamenta en ideas o modos de vida. La clave permite recrear los espacios siempre deseados, unas veces emulados y otras, diseñados sin precedentes en escenarios que incluyen la innovación a cada paso. Eso es el binomio perfecto entre tecnología y retail.