La situación que viven el mundo y España nos deja declaraciones sustanciosas sobre lo que nos pasa. El presidente de Merlin Properties, Ismael Clemente, acaba de afirmar “O abrimos los ojos y empezamos ya a hacer las cosas bien, o lo pasaremos mal”. Migel Pereda, CEO Manager externo de LAR España, ha declarado “hemos renegociado 800 alquileres en centros comerciales”.
Desde el mundo académica también nos llegan opiniones. Albert Vinyals y Ros, profesor de psicología del consumo en Escodi, la Escuela universitaria de Comercio y Distribución, “la crisis actual ha sido un acelerador de procesos que ya se estaban gestando”, a lo que añade “estamos viendo una crisis del sector, que los más pesimistas tildan de apocalipsis del retail“.
Algunas encuestas coinciden con las rebajas y nos muestran que las fórmulas que hasta ahora funcionaban, ya han caducado, empezando por las mismas rebajas tradicionales. También hemos comprobado como sigue entrando gente a las tiendas, pero comprando menos. Al preguntar por los motivos y después de varias entrevistas, vemos que estamos ante un cambio de paradigma.
Jordi Alex Moreno, director de Tecnologías de la Información y Comunicaciones de Mango, afirma: “El dato es estratégico para las organizaciones porque es un medio fundamental para saber donde se generan esas nuevas oportunidades”, a lo que, sin embargo, añade “el factor humano tiene que marcar la diferencia”.
Desde el Gobierno nos llega una afirmación clara, pero difícil de entender. Nadia Calviño, vicepresidenta y ministra de Economía, da prioridad a coger ahora sólo las subvenciones de la UE y que pida los préstamos el siguiente Gobierno. La vicepresidenta explica “un plan en dos fases” que coincide con absorber 70.000 millones de transferencias a fondo perdido en la actual legislatura y dejar otro tanto en créditos para el siguiente Ejecutivo que salga de las urnas. La obvia diferencia es que las trasferencias a fondo perdido no incrementan la ya elevada deuda del Estado, mientras que los créditos deben ser devueltos. No sabemos si la vicepresidenta ya piensa en un ejecutivo diferente y desconocemos si sus compañeros de gabinete opinan lo mismo.
